domingo, 30 de noviembre de 2014

La órbita terrestre afecta a la estabilidad del casquete oriental de la Antártida

Un equipo liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha descubierto que existe relación directa entre los cambios de la órbita terrestre y la estabilidad del casquete oriental antártico, concretamente en el margen continental de la Tierra de Wilkes (Antártida Oriental). En el estudio, que se publica en la revista Nature Geosciences, han participado 29 científicos de 12 países. Este trabajo se basa en el análisis de sedimentos marinos que fueron transportados por icebergs hace entre 2,2 y 4,3 millones de años, y que se han recogido durante una expedición del Integrated Ocean Drilling Program. Los datos obtenidos revelan que procesos climáticos naturales pueden aumentar la respuesta de los casquetes polares ante cambios de energía relativamente pequeños derivados de las modificaciones en la órbita terrestre; se pueden producir subidas y bajadas del nivel del mar de decenas de metros. El estudio muestra que hace 2,5 millones de años, cuando las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera eran similares a las actuales, el deshielo del casquete oriental antártico era generalizado. "Este trabajo ayuda a resolver el misterio de cómo contribuye la órbita de la Tierra alrededor del Sol en la estabilidad de los casquetes de hielo", explica la investigadora del CSIC Carlota Escutia, del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra, que ha liderado la expedición. LOS GASES DE EFECTO INVERNADERO "Las emisiones de gases de efecto invernadero suponen, sin embargo, una aportación energética mucho mayor que la proporcionada por los cambios en la órbita terrestre", apunta Escutia. El análisis de los sedimentos muestra que la estabilidad del mayor casquete de hielos terrestre está influenciada por la presencia de la banquisa de hielos en los océanos que rodean la Antártida. La banquisa es agua de mar helada que forma un escudo protector alrededor del continente y de los casquetes de la Antártida, y es susceptible al calentamiento de los océanos generado como consecuencia del aumento de los gases de efecto invernadero. "La desaparición de la banquisa puede traducirse en un deshielo de los casquetes y en subidas del nivel del mar de varios metros", añade Escutia. Hace millones de años, bajo condiciones de concentraciones de dióxido de carbono altas (como las actuales) y temperaturas del océano un poco más elevadas que las que se registran en la actualidad, los océanos que rodean a la Antártida no pudieron sostener la banquisa. Según destaca la investigadora del CSIC, "la desaparición de este escudo protector permitió que las corrientes oceánicas arrastradas por los vientos penetraran hasta la base de los casquetes, produciendo su deshielo". El estudio plantea un potencial deshielo generalizado del casquete oriental antártico en el futuro si no se reducen los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera.

jueves, 20 de noviembre de 2014

El manto de la litosfera situado bajo los márgenes continentales es más delgado de lo que se pensaba

Un equipo internacional con participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha estudiado la configuración de la litosfera en el Sur de la Península Ibérica y ha descubierto que el manto litosférico situado bajo los márgenes continentales es más delgado de lo que se pensaba. El trabajo, publicado en Nature, describe un proceso de pérdida de litosfera continental durante la subducción de la corteza oceánica. El trabajo contribuye al conocimiento de los mecanismos de interacción implicados en la colisión entre las placas europea y africana. Los científicos han caracterizado la litosfera en el margen activo en el entorno del arco de Gibraltar y Caribe con el objetivo de comprender el ciclo evolutivo de la litosfera terrestre subducida en ambientes tectónicos singulares. "El estudio es importante porque aporta nuevas ideas a la teoría de la evolución de la corteza subducida. La geometría, ambiente tectónico y configuración de las placas continentales en el estrecho de Gibraltar son únicos. Es una zona con forma de arco cóncavo hacia el Este localizada en el límite entre la placa europea y la africana", precisa el investigador del CSIC Ramón Carbonell, del Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera. La litosfera tiene espesor variable, hasta 100 kilómetros bajo los océanos, e incluye la totalidad de la corteza y la parte superior del manto, denominada manto litosférico. En el manto remanente, por debajo de la litosfera, hay una capa que recibe el nombre de astenosfera, situada entre los 100 y los 200 kilómetros de profundidad. El proceso descrito por los investigadores condiciona la deformación de la superficie y genera cambios en la geometría del límite entre la litosfera y la astenosfera, lo que puede causar una subducción de la litosfera continental. Este mecanismo puede favorecer la pérdida y el hundimiento de parte de este manto. "Las imágenes que hemos obtenido se explican por procesos de adelgazamiento de la litosfera bajo o cerca de las cordilleras en formación o ya formadas. En el caso de las dos zonas estudiadas, los fenómenos de turbulencia durante la subducción erosionan, arrastran la litosfera continental adelgazándola", precisa Carbonell. El trabajo es resultado de diversos experimentos llevados a cabo por grupos de Estados Unidos, Venezuela, Marruecos y España. Los científicos han empleado datos procedentes de terremotos y registros sísmicos de fuentes controladas. Las conclusiones abren la vía para la elaboración de normativa sísmica, para el levantamiento de edificios y otras infraestructuras. Asimismo, el conocimiento de la estructura del subsuelo más superficial contribuye a mejorar la gestión del territorio. Fuente Madrid+ Boletín de Ciencia y Tecnología 14-11-14

domingo, 28 de septiembre de 2014

viernes, 26 de septiembre de 2014

Se mueven!!!

Explican por qué los continentes empezaron a moverse
La corteza terrestre es una capa sólida extremadamente fina (entre 5 y 70 km.) que flota sobre un inmenso océano de magma, el manto terrestre, de miles de km. de espesor. Además, está dividida en fragmentos o placas, que se mueven continuamente flotando sobre el manto de un modo parecido a como lo harían placas de hielo en el mar.
19/09/2014



Las distintas placas chocan entre sí, se superponen unas a otras, se juntan, se separan y van modelando, a lo largo del tiempo, las formas de los continentes en un proceso de movimiento continuo que la Ciencia ha denominado Tectónica de Placas.

Sin embargo, las cosas no siempre fueron así en nuestro mundo. Hubo un tiempo, hace varios miles de millones de años, en el que los continentes no se movían en absoluto. Y los científicos se preguntan desde hace casi un siglo qué tipo de fenómeno pudo poner, en algún momento del pasado, ese gigantesco 'motor' en marcha. Ahora, un grupo de investigadores de la Universidad de Sídney cree haber resuelto el misterio, y ha publicado sus conclusiones en la revista Nature. 

"La Tierra es el único planeta de nuestro Sistema Solar en el que se da el proceso de la Tectónica de Placas -explica Patrice Rey, autor principal del estudio-. Pero el registro geológico sugiere que hasta hace 3.000 millones de años la corteza terrestre no se movía en absoluto, por lo que averiguar qué fue lo que desencadenó este fenómeno único es algo que desde hace décadas obsesiona a los geólogos. Nosotros sugerimos que fue provocado por el surgimiento de los primeros continentes y que, finalmente, se convirtió en un proceso autosostenible". Existen en la Tierra ocho placas principales que se mueven sobre el manto a una velocidad media de 15 cm. al año. El proceso implica que, en ciertos puntos, las placas son arrastradas hacia el manto mientras que en otros son empujadas por él, en un movimiento cíclico que se ha bautizado como 'La cinta transportadora'. 

De hecho, nuevo material surge continuamente del interior de la Tierra a lo largo de las dorsales oceánicas, enormes cordilleras submarinas. Y, a medida que el magma nuevo aflora a la superficie, va empujando al antiguo, ya fío y sólido, hacia las costas continentales. Así es como se genera continuamente la nueva corteza terrestre. En esas mismas costas, sin embargo, sucede el proceso contrario. Empujado por el magma que sigue surgiendo en las dorsales, la corteza vuelve a sumergirse en el manto, bajo los continentes. Es decir, se destruye. Ese es, a grandes rasgos, el mecanismo que permite la continua regeneración de la capa sólida que envuelve nuestro mundo. 

La Tectónica de Placas depende directamente de la relación que existe entre la densidad de las rocas y la temperatura. En las dorsales oceánicas, las rocas están muy calientes y su densidad es menor, lo que facilita su movimiento y flotabilidad. Pero a medida que se van alejando de las dorsales (empujadas por el nuevo magma que surge continuamente), las rocas se enfrían y su densidad aumenta, hasta alcanzar el punto de hacerse más densas que el manto subyacente, lo que hace que, al final de su viaje, vuelvan a ser arrastradas hacia su interior. 

GRAN PRESIÓN SOBRE LAS PLACAS 

Este sofisticado mecanismo lleva funcionando sin interrupción desde hace 3.000 millones de años. ¿Pero qué lo puso en marcha? En aquella lejana época de nuestra historia, el interior de la Tierra estaba más caliente que en la actualidad, la actividad volcánica era mucho mayor y la corteza no podía ir haciéndose más fría y densa para volver a hundirse espontáneamente y poner en marcha la Tectónica de Placas. 

"Por lo tanto -explica Rey- el motor que mantiene activa la Tectónica de Placas no existía. En su lugar, los primeros continentes, gruesos y flotando sobre el manto, surgieron en medio de placas que estaban inmóviles. Pero nuestras simulaciones muestran que estos continentes primitivos podrían haber ejercido una gran presión sobre las placas vecinas. Y dado que flotaban sobre el magma, se expandieron horizontalmente, forzando a las placas contiguas a hundirse bajo sus bordes". 

Para Rey, "esta expansión de los primeros continentes pudo haber producido episodios intermitentes de tectónica de placas, que duraron hasta que el interior de la Tierra se enfrió lo suficiente y su corteza y manto se hicieron más densos y pesados, permitiendo que la Tectónica de Placas se convirtiera en un proceso autosostenible que desde ese momento no ha vuelto a detenerse y que ha modelado el rostro de nuestro planeta". 

domingo, 24 de agosto de 2014

lunes, 4 de agosto de 2014

Agricultura en Uruguay: Los Olivos

Hay más de 6000 hectáreas de olivos en Uruguay. Los métodos de cultivo utilizados son el de regadío (con riego automatizado) y el de secano (sin riego automatizado). En nuestro país el cultivo se realiza mayoritariamente sin riego (90%) y la variedad más plantada es la Arbequina. También posee una buena cantidad de suelos arenosos, pedregosos, con buen drenaje, que son de baja productividad para la ganadería y no aptos para la agricultura, pero indicados para el cultivo de olivo. El manejo del olivo requiere una preparación mínima del suelo, control de malezas, podas periódicas y de mantenimiento. Esto facilita la incorporación del olivo a las actividades agropecuarias.

  • Se trata de una inversión no tradicional, insuficientemente explotada en el mundo y en la región y libre de muchos riesgos comunes del mercado agrícola.
  • Posee una demanda internacional insatisfecha y bajos costos de mantenimiento.
  • Es un producto que está en proceso de expansión. El aceite de oliva producido mundialmente en la actualidad solo alcanza para satisfacer el 3% de su demanda.
  • Se calcula que el retorno de la inversión ocurrirá alrededor del séptimo u octavo año. A partir de ese momento y durante más de 50 años se obtiene una rentabilidad cuya Tasa Interna de Retorno supera el 16%.
oliviticultura-en-uruguay

domingo, 3 de agosto de 2014